Este será un lugar donde compartiré mis anécdotas, viajes, sensaciones y pensamientos de mis experiencias vividas, tanto las buenas como las malas, porque hay que andar el camino para llegar al final, aunque tropieces de vez en cuando, cada una de esas vivencias te forjan tu manera de enfrentarte a la vida.
Así pues te invito a conocerme un poco mejor y ver el proceso de aprendizaje que me ha llevado hasta aquí, el viaje que da inicio a una nueva aventura, llamada MamaPacha Tribe. Estás invitado a ser parte de ella.
Cuando decidí ir a México, lo hice sabiendo que iba con una misión, sabía que era un viaje que me tocaba hacer por contrato kármico...
Cuando decidí ir a México, lo hice sabiendo que iba con una misión, sabía que era un viaje que me tocaba hacer por contrato kármico. El objetivo del viaje, no estaba del todo definido, aunque sabía que algo muy especial iba a encontrar ahí. Mis objetivos, eran en primer lugar sanar, recuperar fragmentos de mi alma perdidos en esta vida y en otras vidas anteriores, también quería conocer más de la Toltequidad, y también a conocer personas que se habían alineado en mi camino para el desarrollo de mi proyecto. No iba con una agenda muy detallada y decidí que iría fluyendo, entregada a la energía de lo que la tierra del Náhualt me fuera entregando…. La idea en un principio era de un viaje personal espiritual, pero debido a la determinación que tomé de abrirme a una nueva experiencia, dos personas, una amiga y una conocida, se sumaron a la primera parte del viaje.
La primera parte de mi viaje resultó insospechada, iba a un retiro chamánico en Guadalajara, a un bosque mágico muy potente, donde estaría bajo la instrucción y amparo de una abuelita mexicana a la que le tenía mucho cariño y muchas ganas de conocer. La experiencia en el retiro fue intensa y un poco dura, ya que al salir de mi zona de confort, soportando el frío, también el hambre y la convivencia, hacían que los acontecimientos se magnificaran, las emociones cobraran protagonismo, y así, de manera inmediata se pusieron de manifiesto entre mis 2 compañeras y yo, todos los conflictos que veníamos a trabajar y a dejar atrás. El retiro mágico que yo creía venía a experimentar, no tenía ninguna cercanía a lo que yo creía que podía ser, sin embargo la medicina del retiro de chamanismo de la abuela, caló profundo en el aprendizaje de cada una de las itnegrantes de mi grupo, que terminando el retiro, cada una siguió su camino sola, ellas de vueltay yo continué sola en un tierra extraña, sin destino fijo y con un presupuesto limitado. La sensación no era agradable. Aunque recibí varios mimos del Creador que fueron claves para seguir el viaje contenta, tranquila, confiada y convencida que mi vibración había cambiado, al menos por un tiempo…… Saliendo de Guadalajara el mapa estaba trazado en dirección DF, de visita en la casa de una amiga, y a conocer a una persona que me enlazaría con mi anfitrión de Oaxaca. En DF volví rapidamente a la 4D (para algunos la 3D). Después de tocar tierra, seguí en autobús a Cholula, obedeciendo a una invitación de amigos nuevos que conocí en el retiro del bosque. Ahí fui súper atendida y mimada por los anfitriones Esther y Augusto a quienes les estaré siempre agradecida. De autobús en autobús, con la mochila a cuelgas, creyéndome la mochilera que era hace 25 años (y que me dí cuenta que ya no lo era, y que nunca más viajaría con mochila) volvía a mi base en DF, agradeciendo enormemente de la hospitalidad de mi amiga Tere, para seguir con destino a Cuernavaca, donde vivia otra abuelita mexicana a la que tenía que visitar.
Mi estadía en su casa de ”Medicina Ancestral” sintetizada en una palabra, fue “Divina”, estuve 3 días con ellas y fue un gran reencuentro conmigo misma, donde la abuela se volcó en mi para ayudarme a terminar de sanar, a empoderarme y a abrirme los caminos. Yo sabía que quería dejar en México la pesada mochila que andaba arrastrando literal y emocionalmente. Salí de allí bastante liviana, y contenta, y haciendo la parada en DF como correspondía, seguía con la 3ª parte y última de mi viaje, rumbo a Oaxaca donde sólo tenía el contacto de una persona que no conocía, un historiador muy conocido en México, y donde me hospedería. Con la intención de pasar allí mi cumpleaños nº 50!!!
Mi estadía en su casa de ”Medicina Ancestral” sintetizada en una palabra, fue “Divina”, estuve 3 días con ellas y fue un gran reencuentro conmigo misma, donde la abuela se volcó en mi para ayudarme a terminar de sanar, a empoderarme y a abrirme los caminos. Yo sabía que quería dejar en México la pesada mochila que andaba arrastrando literal y emocionalmente. Salí de allí bastante liviana, y contenta, y haciendo la parada en DF como correspondía, seguía con la 3ª parte y última de mi viaje, rumbo a Oaxaca donde sólo tenía el contacto de una persona que no conocía, un historiador muy conocido en México, y donde me hospedería. Con la intención de pasar allí mi cumpleaños nº 50!!!
Viajé de día, llegué por la tarde a Oaxaca, capté al vuelo la energía de la ciudad. Me hubiera quedado una pequeña temporada allí, para recorrer todas sus calles y llegar hasta la playa que quedaba a bastantes horas de la ciudad y que en este viaje lamentaba no podría conocer.
Me hospedaría en casa de un gran historiador mexicano, don Guillermo Marín y su mujer, los que fueron muy atentos, organizándome unos tours para conocer la ciudad. El día de mi 50º cumpleaños, el 14 de Diciembre, me llevaron a Mote Albán, la cuna de la civilización Tolteca, Patrimonio Histórico de la Humanidad. El día allí fue muy especial, considerando que todo el recorrido, me lo hacía don Guillermo y su mujer, él experto en la Toltecayotl explicando detenidamente, sobre esta gran cultura del México antiguo en el que existía armonía equilibrio en la sociedad y en la espiritualidad.
Pude entender el pensamiento de como entendían su vida y su evolución, social y espiritual, hasta que llegaron a la perfección y así fue como desaparecieron. Pasar mi cumpleaños en ese lugar, no fue menor, me venían muchas imágenes de mi padre (ahora en las estrellas) y la masonería. Después de un almuerzo con don Guillermo y su mujer, pasé el resto de la tarde, sentada en la plaza de Oaxaca, asentando la medicina de todo el viaje. Sintiendo la soledad de estar en tierras extrañas en el día de mi cumpleaños, recopilando todas las piezas perdidas del puzle y añorando con más ganas que nunca mi gente, mi hijo, mi isla mi nueva historia de amor que me esperaba de vuelta en casa. Así concluyeron mis 33 días en México, 33 días de encuentro conmigo misma con mis verdades, mis miedos y mis carencias. Más liviana de equipaje y por supuesto agradecida de todo lo que me esperaba a mi vuelta.
MamaPacha